Tolerancia a la frustración

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¿Cómo surge la frustración?

La frustración es un sentimiento que aparece cuando no conseguimos lo que queremos o nos suceden situaciones no deseadas. Según la intensidad del sentimiento y nuestra propia forma de ser, podemos reaccionar ante ella con enfado, angustia, ansiedad, etc. Reaccionamos como si el sufrimiento que provoca esa frustración fuera definitivo y pudiera acabar con nosotros y no como lo que es, una una situación puramente transitoria.

De alguna manera, tenemos la creencia errónea de que las emociones negativas no forman parte de nuestra vida y por eso, ese tipo de sentimientos nos hace sentir fracasados, cuando la mayoría de las veces, son la respuesta adecuada a la situación que atravesamos, algo que sucede tanto ante la contrariedad como ante el fracaso. Son circunstancias momentáneas, que forman parte de la vida, y es importante asumirlo, para no anular el proceso de aprendizaje que conllevan.

En qué consiste la tolerancia a la frustración

En la infancia creemos que todo el mundo gira alrededor nuestro, que lo merecemos todo y además, en el instante preciso que lo requerimos. No sabemos esperar porque no tenemos desarrollado el concepto del tiempo, ni la empatía suficiente para pensar en los deseos y necesidades de los demás. Es entonces cuando se empieza a aprender a tolerar la frustración, cuando nos ponen límites y nos sentimos «despojados» de lo que «necesitamos» en un instante determinado. Como niños no tenemos las herramientas para eliminar, disminuir o tolerar ese malestar. Por eso, si siempre nos dan lo que pedimos, no aprendemos a soportar la molestia de postergar nuestros deseos. En ese caso, al llegar a la edad adulta seguiremos sintiéndonos mal cada vez que nos veamos obligados a posponer una satisfacción.

Las personas con baja tolerancia a la frustración necesitan eliminar ese malestar inmediatamente, por lo tanto, hacen lo más fácil o lo primero que se les ocurre para conseguirlo. Piensan en su bienestar a muy corto plazo y pasan por alto las consecuencias de sus acciones a medio y largo plazo. Por eso, ante cualquier frustración por pequeña que sea, restan importancia a sus verdaderos deseos y los supeditan a esa satisfacción inmediata, con la consiguiente desmotivación y abandono de sus auténticas metas o proyectos de futuro.

Si no somos capaces de tolerar la más mínima molestia, contratiempo o demora en la satisfacción de nuestros deseos, nuestra vida se llenará de tragedias innecesarias, que nos estresarán y nos harán sentir insatisfechos. Por contra, cuando conseguimos tolerar las frustraciones, la vida mejora y conlleva mucho menos estrés, ya que podemos enfocarnos en convertir los problemas en oportunidades de cambio y mejora, resolviéndolos más allá de la pura reacción o escape.

Tolerancia a la frustración para una vida sana y feliz

La tolerancia a la frustración es vital para una vida feliz y, aunque requiere paciencia para desarrollarla, es importante tener en cuenta que no tiene tanto que ver con los tiempos de espera, como con la capacidad de soportar el dolor sin perturbarte emocionalmente. Por eso, es inútil seguir esperando soluciones mágicas e inmediatas, porque de lo que se trata es de modificar tu actitud ante las frustraciones cuanto antes.

Una baja tolerancia a la frustración está relacionada con dos aspectos:

  • Una percepción exagerada (y por lo tanto, errónea) de la situación que estás viviendo.
  • La creencia de que no poder (ni querer) vivir el malestar que estás experimentando.

La frustración forma parte de la vida y, aunque no podemos evitarla, podemos aprender a gestionarla:

  • Siendo conscientes del tipo de sentimientos que provoca, analizándolos y neutralizándolos.
  • Diferenciando deseos y necesidades, evitando reaccionar a los primeros como si fueran necesidades orgánicas que requieren satisfacción y alivio inmediato.
  • Controlando los impulsos y evitar actuar precipitadamente, provocando resultados perjudiciales. Reflexionar sobre los resultados conseguidos en circunstancias similares y tener en cuenta los aprendizajes, positivos y negativos, antes de actuar.
  • Aprendiendo a soportar el dolor y el malestar, con el pensamiento, actividades y otras técnicas de apoyo (meditación, yoga, relajación, mindfulness, etc.).
  • Cuidando el ambiente y los hábitos: evitando conductas adictivas, evasivas o compulsivas.

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35 Respuestas de "Tolerancia a la frustración"

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