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30 días, 200 km y «Set Turons» para un confinamiento
30 días y 200 km
Siempre hay nuevos hábitos por cultivar y espacios por descubrir, incluso en los momentos más inesperados y en los lugares que pareces conocer mejor.
Hace siete años que no resido en Barcelona, pero he vivido aquí 32 años y vengo muy a menudo. Así que, no fue raro que me pillara aquí el confinamiento (80 días ya) y aquí estoy, porque… Puestos a encerrarse y trabajar en remoto, ¿qué más da dónde estés?
He vivido este proceso extraño como el resto del mundo, al principio completamente encerrada y con las salidas indispensables, y a partir de la desescalada saliendo en las franjas asignadas a hacer deporte. No es que sea muy deportista, pero decidí hacerlo por salud, física y mental.
Empecé tímidamente, para mejorar una forma física perdida ya antes del confinamiento y aprovechar para reconectar con mi ciudad adoptiva. Ya que estaba aquí, tenía que sentirlo así: recorridos circulares desde casa, de 5 a 7 km diarios y sin utilizar ningún medio de transporte. También procuré que fueran rutas poco frecuentadas y diferentes cada día, al menos los primeros 21, que dicen que es lo que se tarda en desarrollar un hábito. Ya elegiría después…
Han pasado 30 días y me siento feliz al ver la superposición de los recorridos en este dibujo y comprobar que suman 200km, ¡no está mal! El dibujo es ahora un nuevo símbolo para mi, que parece estar a caballo entre una rosa, un árbol o un molino de viento… O un cometa, me acaba de decir alguien en instagram, pues quizá sí, una cometa con forma de rosa, que ha crecido del confinamiento, aunque llena de vitalidad y movimiento…
Creo que la clave para que funcionara el plan, ha sido haber elegido iconos diferentes para cada día: La Sagrada Familia, El Recinto Modernista de Sant Pau, El Parque Güell, La Casa Battló, La Pedrera, La Monumental, La Torre Agbar, El Puente de Bac de Roda, el lugar más próximo donde ver el mar, los parques cercanos, los lugares a los que tenía que ir para trámites… Hasta que, de pronto:
Sin previo aviso, un día cualquiera apareció el primer turó (colina): El Turó de la Peira, y me acordé de las siete colinas de Barcelona. Las haría todas.
Las Siete Colinas (Els Set Turons)
Els Set Turons han sido el gran regalo de este tiempo y me han propocionado recorridos inmejorables, inéditos, cargándome de energía e ilusión por descubrir. Surgieron para mejorar mi idea inicial: mayores pendientes, mayores distancias, recorridos novedosos y nuevos lugares por conocer. Por eso, quiero dedicarles un lugar especial en este artículo, para que te animes a hacerlos tú también:
- El Turó de la Peira (133 metros) antiguamente llamado Turó del Montarell. Era un frondoso pinar natural, con abundancia de caza, rodeado de masías. En 1936 se convirtió en uno de los primeros parques públicos de la ciudad y en reserva de leña durante la guerra para los barrios próximos. A pesar de la especulación urbanística de los años cincuenta a setenta, los vecinos consiguieron que se conservara parte del parque original en la cima de la colina. En 1990, se inició el proceso de reforma, cuando el hundimiento de algunos edificios por el uso de cemento aluminoso favoreció la reconstrucción del barrio y la restauración del parque.
- El Turó del Carmel (289 metros, el más alto de los siete) también conocido como la Montaña Pelada o el Turó d’en Móra. Su nombre actual lo recibe del Santuario de Nuestra Señora del Monte Carmelo que se encuentra en sus faldas desde el siglo XIX. Lleva dos regalos asociados: las vistas más altas sobre Barcelona (desde el Mirador del Virolai) y por otro lado, El Park Güell en sus faldas. Este turó forma parte el Parc dels Tres Turons, junto con el de la Rovira y el de la Creueta del Coll.
- El Turó de la Rovira (261.8 metros) cuenta con varios miradores y bastantes recorridos de interés, además de la mejor puesta de sol sobre Barcelona. En la cima del turó están los Búnkers del Carmelo, un mirador natural sobre la ciudad, que son unas baterías antiaéreas que las autoridades militares republicanas instalaron durante la guerra civil para proteger la ciudad de los bombardeos. En 2011, se adecuó la zona para hacerla más accesible, recuperando su memoria, y ahora es propiedad del MUHBA (Museo de Historia de Barcelona).
- El Turó de la Creueta del Coll (245 metros) también conocido como Turó d’en Falcó y del que sólo se conserva la cara que mira al Tibidabo. Fue prácticamente vaciado por la cantera de piedra granítica que lo ocupó, en cuyo lugar hay actualmente una escultura de Eduardo Chillida, llamada Elogi d’el Aigua, suspendida por cables de acero. En el punto más alto hay una cruz, que no tiene nada que ver con su nombre, del que se desconoce el origen (fue colocada en el 2000 por unos vecinos de la zona). En la base, hay un parque diseñado por Martorell-Bohigas-Mackay, que se inauguró en 1987 y cuenta con un estanque que en verano sirve de piscina pública. Su visita se puede combinar con la visita al Santuario de Nuestra Señora del Monte Carmelo o el barrio de la Teixonera.
- El Turó del Putxet (178 metros) pertenece a las estribaciones de la sierra de Collserola (Tibidabo) y fue urbanizado y convertido en parque público en 1970. Sus jardines están muy cuidados y contienen una gran variedad de especies en todo el recorrido, que a pesar de la pendiente, tiene pocos tramos de escaleras. Está entre los barrios de Sant Gervasio y Vallcarca, en plena ciudad, y hasta cuenta con una magnífica zona de picnic.
- El Turó de Monterols (127.3 metros) también denominado Turó d’en Gil prácticamente no sobresale porque quedó totalmente urbanizado en sus laderas, excepto la zona más escarpadada (sobre la cota de los 115 metros) donde se encuentra el parque de Monterols desde 1940. Se puede visitar junto con el siguiente, que está muy cerca.
- El Turó de Modolell (108 metros) es prácticamente inapreciable, porque está totalmente urbanizado. Se encuentra por encima de la Plaza Adriá y su cima es el lugar donde se encuentra el Monasterio de Santa María Magdalena.
Nuevas perspectivas para una nueva mirada
Els turons han sido todo un descubrimiento, me han proporcionado otra perspectiva de Barcelona, una nueva dimensión de la ciudad y conexiones entre lugares habituales y barrios desconocidos.
El plan de recorrer los turons, me ha motivado a salirme de las rutas habituales, convirtiéndose en un redescubrimiento disfrutado y calmado de una ciudad que siempre me ha ofrecido lo mejor, desde que la pisara por primera vez. Ahora me parece incluso más cercana y asequible, ofreciéndome sensaciones y momentos que siembran nuevas miradas, cambios y reinvenciones. Ha sido un gran viaje en mi propio territorio, en la que siempre he sentido como mi casa. Gracias Barcelona.