¿Qué aporta el camino? Consciencia, transformación y perspectiva (OBJETIVO, ©26)

LaTrochita, mjdunjo.comEl mundo que nos rodea está regido en gran medida por criterios analíticos y por eso, parece que nos penaliza cuando no somos capaces de expresar en ese lenguaje nuestro proyecto de vida o nuestros sueños,  sin concretar un objetivo. Eso fue al menos lo que me pasó en 2001, cuando decidí salir del mundo de las multinacionales y hacer un paréntesis, para continuar avanzando en una dirección diferente que aún desconocía. En realidad, es lo que sucede cuando deseas reinventarte y todavía no tienes claro en qué, algo común en muchos de mis clientes ya que esa es mi especialidad. Por eso cuento mi caso…

Los compañeros de aquél entorno multinacional tecnificado al que yo pertencía insistían en preguntarme por mis objetivos, de forma concreta y cuantificada, era lo natural… Y yo me sentía extraña al contestar que no tenía, que iba viajar sin límite de tiempo por Sudamérica, ya que también era un nuevo registro para mí. Al observar sus caras, me invadía cierta inseguridad, una manifestación de mi propio temor, que me había hecho postergar mi sueño durante mucho tiempo. Era incapaz de cuantificar mi Objetivo, porque era incierto, o quizá cualitativo… En realidad no lo sabía…  ¡Es lo que ocurre con las búsquedas personales! ¡Y ahí está la gracia!

Sentía que era mi momento, que la vida me había regalado la oportunidad de vivir mi sueño de viajar de forma indefinida y no podía desperdiciarla, ocurriera lo que ocurriera después. Viajaría simplemente, por tierra… No había ninguna actividad o proyecto concreto, sólo caminar e ir decidiendo el recorrido a medida que avanzaba, y quizá escribir un libro… Ya llegaría el momento de plantearse los objetivos y de hacer, otra vez, ese verbo tan sobrevalorado, en lugar de ser y sentir. Y así fue como aprendí a fluir y cómo acabé descubriendo que el objetivo nos sitúa en el futuro, mientras que el  es capaz de transportar el futuro al tiempo presente. El único que existe.

Lo único importante en aquel momento era recorrer aquél camino, y ni siquiera sabía muy bien porqué. Por primera vez, me dejé llevar por la intuición y ese hemisferio izquierdo tan marginado, y caminé… Entonces surgieron también personas que me animaron, que me decían lo que ocurriría e interpretaban mi viaje a su manera, la propia. Porque un paréntesis así es un recorrido individual, sin normas, que cada uno puede decidir cómo quiere que sea, según su propia búsqueda. Cuando recuerdo las circunstancias que rodearon aquél viaje, siempre me viene a la mente Forrest Gump, la forma en que inició su recorrido, cómo transcurrió y el modo en que culminó:

En un momento determinado, sientes que aquel objetivo tan incierto, se ha cubierto o al menos se ha clarificado. Y lo sabes porque tomas conciencia de tu propia realidad, y de ti mismo. Entonces, sientes que ese recorrido ha culminado, percibes que es el momento del regreso, el momento clave. Toca un nuevo camino y por eso es importante volver, aunque sea a otro lugar geográfico y/o lógico a poner en práctica lo que has aprendido, tu nueva forma de sentir y ser. Entonces quizá surja un nuevo objetivo, y que se parezca mucho a un propósito de vida y que hasta sea concreto. Porque has conseguido la buena conexión interna, que lo garantiza.

Hay un momento en el que sientes que ya has andado lo suficiente y si lo excedes, corres el riesgo de quedar fuera de ruta, en el propio ejercicio de evasión sin materializar la consciencia, transformación y perspectiva, que en el fondo perseguías. Ese retorno no es fácil, y los resultados no son inmediatos, porque generalmente nos acompaña cierta dispersión y no se tienen evidencias de la transformación experimentada que irá aflorando poco a poco. Es entonces cuando hay que perserverar, creer en uno mismo y darse tiempo para que los cambios se manifiesten.

Elige tu camino, el viaje que quieres, y todo cambiará, ¡invierte en el proceso! y ¡atrévete a empezar la casa por el tejado!

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