Mar
13
Invierte en tí, ¡sin duda!
Ante una transición profesional, a muchos de mis clientes les preocupa su seguridad financiera, sobre todo cuando tienen fuertes cargas familiares o personales. Un concepto que a menudo se confunde con libertad financiera y que sin embargo, no tiene demasiado que ver, sino que más bien está reñido con la misma, ya que perseguir la seguridad económica a menudo limita nuestra libertad de ejercer nuestro talento personal, algo que a mi modo de ver, es fundamental para nuestra felicidad cotidiana.
Por un lado, soñamos con dedicarnos algo que nos apasione, en disfrutar del trabajo y en poder conciliarlo con la vida privada, en mantener el nivel de vida en el que nos encontramos y por otro lado, las obligaciones adquiridas nos impiden validar ese sueño, tildándolo de poco realista o incluso egoísta, decidiendo que hay que conformarse con tener un trabajo, el que sea, sobretodo en tiempo de crisis. Obsesionados con la seguridad, olvidamos que incluso en momentos como el actual o, mejor dicho, sobretodo en estos momentos, lo mejor que podemos hacer es “invertir en nosotros” y que esa es la auténtica libertad financiera.
Por eso tanto cuando se agota tu opción profesional, jamás has tenido un salario acorde con tu valía o expectativas de vida, o tu trabajo no te realiza, se impone un cambio de estrategia en busca de mayor sentido, ¿y cuál es? el que te permita dedicarte a poner al servicio de los demás tu talento individual, algo que no presenta conflicto alguno con el concepto de libertad financiera, si sabemos plantearlo adecuadamente.
En la sección de vídeos de este blog, encontraréis una entrevista de Raimon Samsó (clica aquí: parte1, parte2), en la que el escritor nos expone la que considera la clave ¿Y cuál es la diferencia entre pasivo y activo? Un activo es algo que nos hace ganar dinero y un pasivo algo que nos hace gastarlo. Nuestra libertad financiera depende de la habilidad que tengamos para gestionar ese balance (activo-pasivo) y los errores más frecuentes que solemos cometer son: 1. vivir por encima de nuestras posibilidades, gastando más de lo generado, 2. Adquirir deuda mala, es decir, de la que no se hace cargo otro –hipotecándose sin alquilar la vivienda y usándola como propia, por ejemplo- y 3. Invertir en el negocio de otros –dejando que nuestros ahorros disminuyan en el banco, por ejemplo-.
Se trata de darle sentido a nuestra forma de funcionar financieramente hablando, de modo que sea útil para nuestro propósito. En la entrevista, basada en su libro El código del dinero, el autor nos ofrece algunas pautas de conducta para conseguir esa libertad financiera muy alejadas de la seguridad de una nómina, como: tener disponible lo necesario para atender los gastos de un año, convirtiéndonos en nuestro propio banco y permitiéndonos vivir con tranquilidad, sin estar constantemente preocupados por nuestra colección de pasivos, e invertir el resto de nuestros activos.
También nos propone plantearnos algunas cuestiones importantes al elegir una nueva opción profesional, para que tenga sentido financiero y de talento:
- ¿A qué me conduce seguir en lo que estoy ahora? ¿dónde estaré en 5 / 10 años?
- ¿qué me atrevería a hacer si no tuviera miedo a fracasar?
- ¿cómo puedo convertir mis talentos, lo que sé y hago bien, en una propuesta comercial que puesta al servicio de los demás se traduzca en ingresos?
“Los problemas de dinero no se solucionan con dinero, sino con creatividad, y se puede vivir haciendo lo que te apasiona si eres capaz de poner tu talento al servicio de los demás», dice Samsó, y me gustaría acabar la entrada con una frase de otro libro suyo que me gusta mucho, Dos almas gemelas: “Cuando hacemos aquello que sabemos hacer y le añadimos pasión, el resultado es el éxito. No en el sentido de acumulación de dinero, poder o fama, sino en el de la pura satisfacción de vivir. Sin duda el mayor éxito en la vida, consiste en convertirse en la persona que uno desea ser.”