Nov
28
Sabiduría ancestral (TRES PRINCIPIOS, ©27)
En mi viaje iniciático por Latinoamérica aprendí que de la Cruz Andina o Chakana se desprenden casi todos los principios, leyes y creencias del mundo inca, que se formulan en base a trilogías, ligadas a los tres escalones de la cruz que representan lo interior, lo material y lo espiritual. Una de esas ternas son sus tres leyes: AMA SUA (no robar), AMA LLULLA (no mentir) y AMA KELLA (no permanecer ocioso). Días después de este “descubrimiento”, tuve una compañera de viaje antropóloga que me habló de tres actitudes: amar, no irritarse y agradecer, lo que me inspiró a hacer las dos ternas compatibles y a escribir:
Amar lo que te rodea, a los demás y a ti mismo. A tu trabajo que se transforma en servicio a los demás, algo que te trasciende y redunda en realización. Amar como actitud ante la vida y como base para la confianza, porque es incompatible con el miedo.
No irritarse porque de alguna manera, tiene que ver con culpar a los demás y a eludir nuestra responsabilidad individual. No irritarse para no contaminar nuestra esencia con asuntos del ego, para poder así cultivar la autenticidad, sin pretender controlar lo que no está en nuestra mano.
Agradecer como fuente de éxito, prosperidad y abundancia. No sólo lo bueno que nos sucede, sino también el aprendizaje que nos aporta lo no tan bueno. Agradecer porque nos conecta con el mundo, la generosidad del universo y nuestro propósito en la vida.
Mucho tiempo después, me llamó la atención La Contra de La Vanguardia de José Luis Parise y me transportó al momento de aquellas anotaciones, estableciéndose una conexión aún mayor cuando supe que es un estudioso de los caminos iniciáticos, capaz de interpretar y relacionar pasajes del Vedanta con los de los los Evangelios o con textos sufíes. Me apasionó descubrir que sus investigaciones le habían llevado a cuestionarse si los personajes que habían conseguido elevar el techo de la humanidad –como Buda, Cristo, Lao Tse, Viracocha, Confucio o Sócrates- habían nacido con mayor potencial o habían seguido un determinado camino. Tras leer los distintos libros sagrados y viajar en busca de las correspondientes culturas iniciáticas: mayas, incas, aztecas, egipcios, zen, etc., asegura que todos beben del mismo manantial de sabiduría y coinciden en que el estado humano está para ser trascendido y que circunstancias como casarse, tener hijos o desempeñar un determinado trabajo, no son más que un escenario.
Según Parise, existen cuatro principios de cuatro pasos, que cada cultura ha bautizado de forma diferente:
- Primer principio: camino iniciático, al que Parise denomina “guerrero, mercader, sacerdote y mago«. El guerrero es la introspección y lucha contra sí mismo, el mercader es la negociación con la realidad, con uno mismo y con los demás. El sacerdote aparece cuando se consiguen borrar las barreras internas y externas, y al completar estas tres etapas, aparece el arquetipo del mago, capaz de sanarse a sí mismo a través del recorrido.
- Segundo principio: jerarquía de planos del universo. No se puede trabajar en un único plano, lo físico está regido desde lo energético, lo energético desde lo psíquico, y el universo es mental. Cuatro elementos que configuran su particular modelo holístico de aproximación a cada realidad individual.
- Tercer principio: jerarquía de preguntas. Desde dónde, adónde y por dónde. Del cómo se ocupa el universo. Tú no puedes anticipar cómo se van a suceder las coincidencias significativas que te guiarán en tu camino. Hay que estar atentos y en un estado de presencia absoluta para ir descubriéndolo. Las preguntas deben realizarse en ese orden para no estancarnos, los occidentales solemos preguntarnos por el “cómo” y si no hallamos respuesta, cerramos el tema: «no sé cómo hacerlo». Según el sufismo hay que respetar esa jerarquía y, si eres capaz de responder, el universo te premia dejando que te despreocupes del “cómo”.
> ¿Desde dónde vas a hacerlo? Significa desde qué paradigma, porque como decía Henry Ford: “Si crees que puedes, tienes razón. Si crees que no puedes también tienes razón». Más que de renunciar, se trata de cambiar de paradigma, de vaciarte primero de los obstáculos mentales para después centrarte en lo que deseas.
- Cuarto principio: La realidad se genera de dentro afuera y de lo sutil a lo denso: idea (sombra) -> palabra (luz) -> pensamiento (mente) -> hecho (realización). Las trampas del camino son las palabras y hay que poner atención en ellas, porque ahí están los desvíos que nos encontraremos. Si lo que nombramos es diferente de nuestra idea, se abrirá camino en nuestra mente y tratará de realizarse. Las palabras crean un estado de presencia superior y lo que dices ocurrirá, así que… ¡Ojo con lo que dices!
Las llamemos leyes, actitudes o principios, sean cuestiones de física o de metafísica, la realidad es que todas ellas provienen de la sabiduría ancestral y coinciden en lo fundamental: amar, conectar con nuestra esencia (y desde ahí con el mundo y con los demás) y agradecer, para que pueda reiniciarse el ciclo.