Puerto Montt y el curanto (§K: pág. 101)

10APuerto Montt me pareció gris, decadente y no me sedujo en absoluto, a pesar de que su nombre siempre me había resultado sugerente. Quizá fuera porque llovió durante todo el tiempo que estuve allí, una densa cortina de esas que empapa, y por el intenso olor a humedad del hotel, y de cada lugar… Durante mi estancia allí, me refugié en el puerto pesquero de Angelmó, la única nota de color de la ciudad. Eso fue lo que más disfruté, junto con mi primer curanto, una especialidad culinaria local -originaria de Chiloé- que sí consiguió conquistarme. Una mezcla de mar y montaña, que se cocina enterrada en brasas, lo que le da un exquisito sabor ahumado muy peculiar. Mejillones, almejas, chorizo, tocino ahumado, pollo, chapalele y micao, un contraste de sabores que me pareció de lo más sabroso.

El chapalele es una especie de torta hecha de patata cocida y harina, y el micao es muy similar, pero elaborado con patata cruda, lo que le da un color más oscuro. A continuación podréis ver cómo se prepara el curanto al hoyo:

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