Jun
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Nuestra felicidad depende de nosotros mismos
Platón sistematizó el diálogo como único medio para acercarnos a la verdad, afirma Giovanni Reale, un gran intérprete del filósofo. Nosotros somos nuestro ángel y nuestro demonio, aunque nos guste quejarnos de ellos y del destino para deshacernos de la culpa. Él fue el padre de la responsabilidad en la antigua Grecia, la patria de la tragedia y la mala suerte, y desde entonces sabemos que la felicidad depende de nosotros mismos.
Es el filósofo más leído de la historia porque nos enseña a acercarnos a nosotros mismos de un modo que nos permite descubrirnos, demostrándonos que la verdad es sólo una aspiración y que nos realizamos como personas a medida que la buscamos. Nadie la tiene por entero, pero en cada uno de nosotros hay algo de esa verdad.
El único camino hacia la verdad es el diálogo y sólo podemos llegar a la verdad a través de él, preguntando y escuchando. Al preguntar, admitimos nuestra ignorancia que es el primer paso hacia la sabiduría, ya que una pregunta siempre lleva más lejos que una respuesta.
Hoy, con nuestro enfoque materialista, hemos perdido el sentido último de la verdad: ser felices. La palabra griega eudaimonia (felicidad) aludía a la suerte, porque se consideraba que si te tocaba un buen daimon (duende) eras afortunado.
Platón demuestra que ser feliz es cuestión de actitud, que no depende de la suerte, al revelar que ese duende en realidad lo forjas tú con cada una de tus decisiones. Tú eres el único responsable de lo que te sucede y tu propio daimon, por eso la felicidad es posible y depende de tu conocimiento.
Primero debes conocerte a ti, después debes conocer el mundo y después has de aprender el modo en que tienes que situarte respecto a ese mundo. Y cuando lo descubres, eres feliz. Los que dicen que la felicidad es sólo un mito, te privan de la libertad y la responsabilidad que permite la búsqueda de la verdad. Quienes te quieren inmaduro para dominarte, te convencen de que sólo debes aspirar a sobrevivir.
La filosofía sólo es amor a la verdad, pero sin aspirar a poseerla sino a buscarla caminando. La gran lección de Platón es enseñarnos a ser personas.
